Lo tenemos crudo en Europa. Amazon, Facebook, Google, IBM, Microsoft, ORACLE, Salesforce … están tan comprometidas que, entre todas, tienen más de 50.000 ingenieros y científicos aplicando los nuevos adelantos de la Inteligencia Artificial a sus productos y servicios. Se avecina un verdadero tsunami de soluciones inteligentes a todos los niveles de sus servicios.
Hay movimientos inquietantes en los que estos líderes mundiales de tecnología, apoyándose en los mejores científicos de las mejores universidades americanas, están creando nuevas áreas de desarrollo por las que apuestan muy fuerte.
Si tenemos en cuenta que estas empresas tienen, entre todas ellas, más de 500.000 millones de dólares en cash para “gastar” y que sus posibles competidores europeos, muy probablemente, tengan esa cifra en deudas, no parece muy fácil una reacción de Europa.
La Unión Europea ha hecho enormes inversiones en esta área con el fin de promover empresas europeas con “knowhow” de IA pero los resultados, si es que los hay, están quedando completamente difuminados por el éxito de los americanos.
Hoy por hoy, la lucha por el dominio de la nube, tanto global como general y privada, está también siendo liderada por los americanos y la introducción de IA en este entorno promete conseguir nuevas prestaciones y cambios radicales en los modelos de negocio de las empresas más avanzadas. La reinvención del marketing está a la vuelta de la esquina.
El flujo de científicos de la universidad a la empresa privada, algo tan habitual en USA, sigue siendo una asignatura pendiente en Europa en los que la mayoría de los científicos consideran, trabajar para una empresa privada, una pérdida de su libertad como investigador y una degradación intelectual.
Los americanos, en cambio, lo consideran un reflejo de su éxito como científicos y es el respaldo de que sus investigaciones tienen aplicación práctica y que las empresas están dispuestas a poner mucho dinero para que puedan seguir investigando.
Tenemos pues un problema de recursos, quizás el menos importante, pero el otro, mucho más preocupante, es el de la actitud de los científicos europeos hacia la empresa privada y el uso práctico de su tecnología.
Me entristece lo poco que se habla de esto en los círculos políticos, entretanto, desde el 2008, España ha reducido su presupuesto de I+D en un 8 % mientras que el resto de la UE lo ha incrementado un 25 %.
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