Ayer me pasó una cosa curiosa que me hizo pensar.
Volvía a casa de pasarme por la farmacia con mi bolsita minúscula con el medicamento.
Torciendo la esquina me encontré con un vecino. Un par de saludos y hablar de todo un poco.
En esto que le pregunto qué va a hacer en Navidades y me empieza a hablar de sus cenas familiares.
Seguimos andando a ritmo pausado.
De pronto, da un respingo cuando pasamos al lado de una cafetería.
Pensaba que había visto alguien dentro.
Pero no.
Se estaba fijando en un cartel que había en el cristal de fuera.
¿Qué decía?
Tenemos el número del barrio.
Sí, sí, lo has pillado.
Un folio Din-A4 con un boleto gigante de la lotería de navidad.
No te diré el número por si vas a pasarte o finalmente toca arrepentirme.
Espero no acordarme para esas fechas.
Lo que me pareció curioso es que mi vecino me decía: «Yo compro siempre los del barrio«.
Que si la cafetería, el del restaurante, el de las 4 administraciones de lotería que tenemos por la zona,
¡A ver si va a tocar y voy a ser el tonto del barrio!
Pero eso no queda ahí.
También compraba décimos en el trabajo, el de su familia, el de su hermana que fue a veranear a Peníscola, participaciones en el mercado o la panadería, el del gimnasio, etc…
Y así suma y sigue porque no me quedé con todos.
Cada uno es libre de hacer lo que quiera con su dinero. Válgame Dios, que yo no estoy aquí para criticar en lo que se gaste cada cual sus billetes.
Pero me pareció curioso hilándolo con la empresa, como muchos negocios hacen lo mismo.
Tratan de tocar todos los palos a ver si hay suerte.
Pero ésta no cae del cielo, y menos si depende del azar.
También es cierto que el que no juega no gana, pero yo prefiero dejar que el destino en temas profesionales lo lleve yo con mi trabajo, esfuerzo y estrategias.
Muchas empresas siguen perdiendo dinero mes a mes como si jugaran a la ruleta o tienen la esperanza de que en una de ésas suene la flauta.
Con menos probabilidades que encontrar una aguja en un pajar.
Su estrategia o sus ventas están de capa caída, pero ellos siguen imaginando cómo podrían gastar más y más para reconducir la situación.
Creen que se les aparecerá la virgen y darán el pelotazo. ¡Pero no!.
Para unos será el 22 de diciembre el día grande con el cántico de los niños de San Ildefonso.
Para otros, será llegar a fin de mes vivos y pagando nóminas.
Los más afortunados cerrarán unos clientes nuevos que mejoren las cifras.
Dejar las cosas al azar rara vez funciona.
Y mucho menos en los negocios.
No hay atajos y, por ello, las empresas a las que ayudo entienden ese mensaje.
Desarrollan una estrategia sólida.
En lugar de jugar a la lotería, deciden invertir en su personal, mejorar sus productos y servicios y hacer crecer su presencia en el mercado.
Se comprometen a aplicar lo que vemos y se mantienen enfocados en sus objetivos.
La suerte puede ser una ayuda ocasional, pero no es la base de una empresa que quiera consolidarse.
Créeme, sobran las posibilidades para meter la pata si no sabes lo que haces.
No caigas en la tentación.
Te invito a dejar de jugar a la lotería sin resultados, gastándote una cantidad ingente de presupuesto.
Es preferible una sesión de Discovery, logrando que estés más cerca de conseguir el gran premio a través de tu empresa.
PD1: Antes de que llegue el día, pregunta a tus amigos y familiares cuánto llevan invertido en lotería. ¡Te sorprenderás con muchas respuestas y el dineral que llevan!
PD2: Luego pregúntales por la tarde, si cogen el teléfono es que la cosa no fue muy bien.
PD3: ¿Te compensa la ilusión de ese día para luego quedarte como estás? ¿No quieres ver como todos a tu lado se forran pero tú sigues igual?
Tienes las dos opciones:
1. Bajar a comprar otro décimo
2. Hacer una de mis mentorías de Discovery o ImpulCEO
La ilusión está en el éxito tras un trabajo bien hecho.
Otros artículos relacionados:
0 comentarios