La línea entre el éxito y el desastre en los negocios por un fallo informático puede ser alarmantemente delgada, como lo demuestra esta historia que hoy te comparto, que refleja la determinación y las medidas extremas que los líderes están dispuestos a tomar.
Tienes una empresa con miles de clientes, les haces el trabajo sucio a grandes empresas.
Eres su centro de atención telefónico, su logística de mantenimiento, coordinas proveedores de todo tipo…
Un día tu CTO te dice que el ordenador que tienes -de una marca muy conocida entonces- ha llegado al fin de sus capacidades y que tienes que hacer una importante inversión en uno nuevo, más potente y “fiable”.
Se aprueba la inversión, se compra el nuevo ordenador y se hacen todas las pruebas para asegurar que todo está controlado.
Un lunes se cambia del viejo ordenador al nuevo y todo funciona adecuadamente hasta que se llega a conectar con 300 clientes, y de repente, se cae el sistema.
Empieza el periplo de reclamaciones al fabricante, que envía a sus mejores técnicos y no consiguen poner el sistema a trabajar como estaba previsto.
Han pasado 48 horas y los apuntes se tienen que hacer a mano.
¡Es un caos total!
No se puede pagar a los proveedores, ni gestionar a los clientes, que son atendidos por el centro de atención telefónica pero que tienen que escribir los problemas en tickets físicos.
Pasa la semana y el caos con el fallo informático es ya monstruoso.
Clientes y Proveedores de la empresa, la amenazan con rescindir los contratos.
El CEO de la empresa de la que estamos hablando decide que, o se va a casa y afronta una quiebra, o hace algo inmediatamente.
Se presenta en las oficinas del fabricante y dice quiere ver al Presidente.
La secretaria intenta hacerle una cita para la semana siguiente, que el Presidente está reunido con el Comité de Dirección en su despacho.
Nuestro CEO pasa de la secretaria y entra en el despacho, interrumpiendo al Comité y diciendo al Presidente que o se arreglaba su problema o le iban a llover una serie de querellas de todo tipo.
Para hacer una historia corta.
Al final consigue que el Presidente de la empresa fabricante, desenchufe su ordenador corporativo y que éste se use para restablecer el servicio de la empresa de nuestro CEO.
Todo funciona nuevamente.
Pero lo más increíble es que consigue, esa misma mañana, que el Presidente de la empresa fabricante, escriba a todos sus proveedores y clientes, diciéndoles que era un problema suyo como fabricante y que la empresa de mi amigo no era culpable de nada.
Alguno de sus clientes todavía hoy está pensando como lo consiguió, y es que la desesperación, a veces es una “superfuerza”.
¡Por si alguna vez la necesitas!
Este relato no se trata simplemente de evitar un desastre; es una celebración de la persistencia, de la habilidad para transformar un aparente final en un nuevo comienzo.
En cada crisis se oculta una oportunidad para reinventarnos, para convertir lo imposible en posible. Lo crucial es reconocer cuándo y cómo equilibrar las habilidades de liderazgo para adaptarse a las necesidades cambiantes de la empresa.
Otros artículos relacionados:
0 comentarios