Rasgarse las vestiduras: criticar y señalar la tripita ajena

¿Por qué somos tan rápidos para juzgar a los demás mientras pasamos por alto nuestras propias fallas?

Es crucial mirar primero hacia adentro antes de señalar con el dedo. Este simple cambio de perspectiva puede transformar no sólo nuestras interacciones personales, sino también nuestro entorno social.

Es muy español.

Nos parece que tenemos que hacerlo cada vez que algo nos parece inaceptable.

Me viene siempre a la mente el dicho tan español: “Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro”.

Como dice Leo Harlem, si es la nuestra, la llamamos “tripita”, si es de otro, “tonel, tío”.

Debemos aprender a no criticar ni juzgar.

Somos un país de jueces, como también lo somos de entrenadores de fútbol.

Todos queremos –bueno yo no– ser entrenadores y decirles a éstos -los verdaderos entrenadores- por qué no saben hacer su trabajo.

En la empresa todos sabemos qué habría que hacer, curiosamente, casi siempre tiene que ver con los demás.

¿Qué pasa con nosotros?

Somos perfectos, bueno está lo de la “tripita”, pero es que estamos rodeados de toneles que no paran de comer grasa.

Seamos más lentos en enjuiciar y criticar a los demás y más veloces al hacerlo sobre nosotros mismos.

Y sí, cuando pensemos en todo lo que hay que cambiar, pensemos en cómo voy a contribuir yo mismo y cuando empiezo.

Pasa con la política, no estamos de acuerdo, pero seguimos votando a los de siempre -me da igual que sean de izquierdas o de derechas- son los que nos han traído hasta aquí.

¿Por qué iban a cambiar?

La costumbre y la tendencia son malas recomendaciones para elegir políticos.

¿Qué ofrecen?

¿Te has preocupado de leer lo que piensan hacer si les votas?

Ya, sí, los demás.

Pero ¿Y tú?

La verdadera transformación comienza cuando miramos hacia nosotros mismos.

En la empresa, en la vida diaria e incluso en la política, debemos ser más autocríticos y menos apresurados para juzgar a los demás.

La próxima vez que te encuentres criticando, pregúntate:

¿Qué puedo cambiar yo?

La diferencia empieza por uno mismo, y es ese cambio personal, el que puede influir en el entorno que nos rodea.

Así que, en lugar de señalar la «tripita» ajena, empecemos por trabajar en nuestras propias vigas.

Y recuerda mantener tu apertura de mente y aprender siempre…

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