La diversidad es buena. Si un candidato parece que encaja perfectamente en el grupo, probablemente sea el candidato que no te conviene.
Tener un equipo diverso puede ofrecer perspectivas únicas y soluciones inesperadas.
La diversidad pasa porque tengas empleados de distintas nacionalidades, cuantos más mejor, de distintos sexos, con carreras que nada tienen que ver la una con la otra.
Menudo caos, ¿no?
Pues sí, pero caos creativo que es lo que toca hoy.
Un entorno como el actual, en el que hay que innovar constantemente, no se presta a equipos bien coordinados que se ponen siempre de acuerdo rápidamente.
Hay que generar discrepancias positivas, conseguir que la gente tome riesgos y que innovar sea natural en su entorno.
Este tipo de disparidad te permite que cualquier problema se estudie desde ámbitos distintos.
La perspectiva de un ingeniero no tiene mucho que ver con la de un experto en marketing o un filósofo.
La variedad de enfoques tiene algo mágico en torno a la innovación.
La personalidad y el carácter del equipo son la clave de una empresa moderna, en la que el Jefe es uno más de grupo, con un peso específico especial que se lo gana a diario.
Sí, tienes que estar preparado a que tus empleados te juzguen y mejor que lo hagan positivamente.
La clave es compartir una visión de conjunto que, a pesar de las diferencias, no se difumine y sea siempre el faro que indica el destino final, aunque éste cambie con frecuencia.
Por ello, es tan importante que se hagan reuniones frecuentes, para que cada uno sepa dónde están los demás y vea su contribución tomada en cuenta.
Si tienes un Nigeriano y un Japonés en tu equipo vas por buen camino.
Un Andaluz y un Catalán tampoco es mal inicio.
Es precisamente esa mezcla de culturas, géneros y disciplinas lo que impulsa la innovación, y a transformar cualquier problema en una oportunidad para crear algo extraordinario.
Además, la diversidad aporta muchos enfoques distintos que ayudan a promover una cultura inclusiva en tu empresa.
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