Desde las catacumbas del tiempo

En 1982, usando un Hayes Smartmodem de 300 bits usando el estándar 103ª, usé por primera vez un correo electrónico, luego vendrían versiones “rápidas” de 1.200 y 2.400 bit/segundo que acelerarían el proceso, todavía muy rudimentario de conectarse a cualquier sistema online.

Compuserve, el servicio online de pago que puede considerarse el abuelo de la parte comercial del Internet actual, era una red propietaria, con enlaces punto a punto y accesos limitados a sus suscriptores que pagaban por el acceso y por toda la información que consumían. Todo muy práctico pero muy caro y limitado a empresas y consultores que podían usar el servicio para vender mejor los suyos.

Mi primer ordenador fue, también por aquella época, un NEC PC-98. En 1989 decidí que el mundo online iba a cambiar todos los modelos de negocio existentes y revolucionar el Siglo XXI. Desde entonces he estado en ese mundo fascinante de acceder remotamente a cualquier cosa que me interesa en cualquier parte del mundo. Al inicio, a través de Compuserve, luego usando distintas BBS´s  y pronto, a partir de 1.990, en Internet.

 “Mirando hacia atrás in ira”, veo claramente el tiempo que le he dedicado a Microsoft primero y a Apple después. Quienes son hoy nativos digitales, no entienden bien lo que hemos tenido que hacer todos para llegar hasta aquí. Tragta de explicarle a un nativo digital que tu primer ordenador tenía 5 MB de memoría o que la conexión con un modem de 1.200 b/segundo se interrumpía de 3 a 5 veces antes de poder enviar un correo electrónico.

¿Quiénes de entre ellos sabe hoy lo que es un télex? ¿Quién ha visto un fax de color?

Han sido unos tiempos de aceleración de la innovación que sólo se ha conseguir por el tiempo que los “innovadores de entonces” hemos estado dispuestos a ofrecer gratis a las empresas de tecnología.

Lo mismo que en cualquier país existe un monumento al soldado desconocido, debería, sobre todo en los países más avanzados, existir otro dedicado al usuario avanzado de tecnología que dedicó miles, docenas de miles, de horas para que hoy puedas disponer de una tecnología que “casi” no se cuelga, es rápida y permite que seas un nativo digital sin el dolor del innovador del siglo pasado.

No seré nunca un nativo digital pero, si existe el término, soy un sufridor digital de amplio espectro al que todavía maravilla como, las empresas tecnológicas, ahora con la invención de las “beta” sigue recabando nuestra ayuda y usando valioso tiempo de manera gratuita para seguir engordando su cuenta de resultados.

 The more things change…

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