Cada día veremos más empresas, de todos los tamaños, que se configurarán desde varios países, tendrán servicios descentralizados y primarán el talento sobre cualquier otro activo.
El grado de innovación y la capacidad de crecimiento global serán algunas de sus otras características. Una empresa en la que el desarrollo informático estará en la India o en China, el diseño en Barcelona, Madrid o Milán, y la responsabilidad financiera y comercial estará en EE.UU.
Son empresas que atraerán talento más allá de sus localizaciones físicas. Tendrán “cracks” trabajando en remoto desde su país de residencia, el lugar en el que han decidido vivir con su familia y dispondrán de sistemas de telepresencia que permitirán hacer reuniones en las que los empleados remotos aparezcan, como si estuvieran físicamente en la misma sala.
Dispondrán de redes dispersas de expertos libres que ofrecen sus servicios a otros pero que, de alguna manera, primordialmente emocional, están ligados a la empresa y proveen su conocimiento “bajo demanda” con costes aquilatados y pactados de antemano.
Los sistemas informáticos, desde la nube, serán transparentes para todos los empleados y todos estarán involucrados en la cuenta de resultados de la empresa, con responsabilidades concretas y a la vez amplias en las que todos se sientan parte del todo.
Habrá muy poco director ejecutivo y muchos “encargados” de proyectos que se unirán en equipos independientes con responsabilidad completa sobre precios, plazos y calidad a entregar.
Configurarán redes fluidas con empleados y proveedores externos que, bajo demanda, ayudarán a configurar ofertas concretas y finalizar proyectos contratados.
Serán empresas, en su mayoría, autofinanciadas por clientes, sin casi endeudamiento pero con acceso a redes de inversores que les permitirán, cuando sea necesario, contar con dinero suficiente para acometer inversiones más allá de su propio capital.
Los productos y servicios tendrán origen, en muchos casos, de las conversaciones con clientes y de sus sugerencias y protestas. Existirá una gran consciencia social y parte de los ingresos estarán destinados a causas concretas cercanas a los valores que tenga la empresa y sus empleados.
Estas empresas existen ya. No estamos hablando del futuro sino del presente de la empresa digital del siglo XXI.
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