Me desayuno con la contraportada de CINCO DIAS que nos presenta a Chema Alonso que pasa de “hacker” al comité de dirección de Telefónica de la mano de su presidente, José María Alvarez-Pallete tras una meritoria carrera en la empresa.
El talento por encima de las convenciones. Si alguien lo entiende bien es el presidente de Telefónica al que no le importa cómo vaya vestido su directivo si viene acompañado de un cerebro nuevo, capaz de realmente entender los datos y saber como utilizarlos en beneficio de su empresa. En el Siglo XX el aspecto importaba tanto como el talento.
Hoy, el talento es lo que prima y el aspecto es secundario.
Chema no hubiera pasado el filtro de la mayoría de los departamentos de RR.HH. de cualquier multinacional europea –EE.UU. es otra cosa– pero al presidente de Telefónica, que probablemente lo descubrió él mismo leyendo el blog de Chema, “Un informático en el lado del mal”, no dudó en que era su hombre. Telefónica necesita gente como él que conozcan bien la red y sepan moverse en ella como pez en el agua.
La especialidad del Dr. Alonso, seguridad informática, es además, un tema en el que la operadora tiene grandes planes y quiere labrarse un camino diferente al de los grandes americanos como Google o Facebook. Telefónica puede –probablemente ya esté pensando en ello– utilizar los datos que tiene de cada uno de nosotros, con nuestro consentimiento, tratando de convertirse en una especie de gestor de identidades digitales en las que haya un valor añadido para el cliente.
Me fascina el gran cambio que las operadoras tienen que llevar a cabo. Las restricciones que soportan de sus respectivos gobiernos hacen que les sea difícil competir en igualdad de condiciones con quienes no las tienen.
Además, sus infraestructuras del siglo pasado son caras y difíciles de desmontar y tienen que dar un salto mortal hacia la generación de servicios de valor añadido que les permitan seguir siendo rentables y amortizar sus inversiones.
Este tipo de servicios pasa por cambiar la percepción que el cliente tiene de Telefónica con iniciativas de éxito como WAYRA, pero también con la creación de un entorno, sutilmente atractivo, sobre la gestión de la identidad digital de sus cientos de millones de clientes.
A mí me encantaría disponer de un servicio de Telefónica que me garantizase la seguridad de mis datos y el seguimiento de muchas incidencias en la red que siguen dando problemas al usuario de Internet.
De momento, Telefónica lo está haciendo bien, buscando el talento y no el consenso, y arriesgándose a que los analistas no entiendan, por lo menos a corto plazo, su visión de futuro. La mayoría de los analistas también están anclados en el siglo pasado y miden mejor los edificios que el talento latente, la nueva moneda de este siglo.
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