El verdadero valor de la innovación no siempre está en el último gadget o la inteligencia artificial, sino en la capacidad de responder a las necesidades humanas más cotidianas.
Hoy quiero compartir una historia personal que, entre sorpresas y frustraciones, revela hasta qué punto una buena atención al cliente, interfaz de usuario y un diseño pensado, realmente pueden hacer toda la diferencia.
En realidad, las cosas cambian y las necesidades con ella…
Mi suegra ha cumplido ya los 101 años.
Hasta hace apenas un año vivía sola.
Era una persona independiente y organizada, con una ayudante que le echaba una mano para las compras y la limpieza.
Pero, tuvo una caída y su movilidad se complicó, así que necesita una silla de ruedas especial para moverse.
¿Por qué os lo cuento?
Para contaros la experiencia de conseguir una silla de ruedas para ella.
Mi mujer lo preguntó en su círculo de amigas y surgió una que tenía una silla de ruedas que había usado su marido.
Bueno, resulta que…
Ni hablar.
Cuando la recibimos parecía de juguete, luego la sacamos a la calle y vimos que no servía por lo pequeñas que eran sus ruedas.
Total, “alquilemos una”, le dije yo a mi mujer.
Lo hicimos.
Y aquí es donde viene el tema de la interfaz de usuario.
Agosto en España, el mes en que parece que todo cierra, y los negocios de alquiler no fueron la excepción.
Finalmente, conseguimos uno abierto… pero lo que nos esperaba no era precisamente el mejor servicio.
Malísima interfaz de usuario, no existe ninguna, la dependienta, además de no saber nada de la silla de ruedas, era una especie de guardia civil que, en vez de sonreír, nos miraba como si fuéramos unos asaltantes de cajas fuertes.
Mal servicio no, malísimo.
El caso es que la silla de hierro que nos ofrecieron, parecía un tanque: pesaba tanto que moverla requería un esfuerzo digno de un levantador de pesas olímpico.
Esto si es interfaz, ¿Hierro? ¿Para gente mayor?
Aguantamos esa “experiencia” un día.
Literalmente, un solo día.
No hubo manera de que mi suegra, ni nosotros, pudiéramos lidiar con un armatoste de ese tamaño y peso.
La devolvimos al día siguiente, pero, aquí viene el giro: nos cobraron el mes completo…la tuvimos 24 horas y nos cobraron los 30 días sin parpadear.
¿Alguna idea?
Un área de oportunidad clara…
¡Sillas de rueda de aluminio ligero! -las estoy buscando- o de otro material que no pese demasiado.
Lo último que necesita alguien que tiene que ir en silla de ruedas es que ésta no se pueda meter bien en un coche o manejar sin problemas por cualquier adulto que no sea Sansón.
Hay tantas necesidades sin cubrir.
Vivan los emprendedores de todo tipo.
Si lo piensas un poco e investigas, verás que puedes innovar casi en cualquier entorno, y mi llamado es a que escuchen a sus clientes, piensen en cómo mejorar sus vidas, y, sobre todo, cuiden la experiencia completa.
Y, bueno, si tenéis una silla de ruedas grandes, ligera y cómoda para la calle, tengo una suegra de 101 años que estaría encantada de usarla.
Tratad bien a vuestros clientes, porfa.
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