El agua moja y ¡cállate la boca!

El agua moja, subir arriba, bajar para abajo, hielo frío, beber líquidos, funcionario público, lleno por completo…

Dirás que todo lo anterior es una chorrada. Es decir lo mismo o ser redundante.

Sí, sí, parece que ésto lo sabes,

Pero, ¿por qué entonces no has hecho caso a uno de mis consejos sobre tus clientes?.

Ya lo hablé en otro artículo sobre los clientes tóxicos y cómo alejarse de ellos.

Pero tú erre que erre repitiendo. Sigues ahí y les tienes cada día más cerca.

Hoy quiero hablarte sobre la trampa del “cliente barato” y cómo escapar de ella.

Seguro que pasa en tu empresa.

Hay clientes que te absorben toda la energía.

O los que te regatean hasta el último céntimo. Y se creen en su santo derecho de exigir como si estuvieran pagando unos cuantos miles de euros.

Me gusta llamarles: “Los clientes chupasangres”

Es posible que te hayas encontrado con alguno de ellos o estés a punto de hacerlo.

Pero déjame decirte que hay una salida. Está marcada con un cartel gigante, en fosforito y luces luminosas.

Y no pasa por aceptar a cualquiera, ni por bajar tus precios (sobre todo en esta época de 11.11, Black Friday, Cybermonday…) 

Es más.

Si caes en este error lo único que vas a conseguir es entrar en la trampa del cliente barato.

Al principio te saldrá una sonrisilla o te darán palmaditas en la espalda,

¿Pero sabes qué acaba pasando?

Terminas trabajando el doble de horas, el estrés te consume y no te queda apenas tiempo para invertir en tu propio negocio o mejorar las herramientas en tu departamento.

Ni de salir a buscar a mejores clientes porque tampoco puedes atender más.

Ahora bien…

Si lo sabes, ¿por qué lo sigues haciendo?.

Al principio, tener un nuevo cliente te parecerá de fábula.

Luego te darás cuenta que puede desaparecer más rápido que un billete de 20 en rebajas.

Si es de los que pagan poco no te hará mucha faena, mientras no descuides a los clientes gordos.

Marca la diferencia ahora y no te arrepentirás más tarde entre:

1. Atraer clientes tóxicos que pagan poco, piden descuentos como si fueras un supermercado,  exigen mucho, no valoran tu trabajo o te tienen como una farmacia 24/7.

o

2. Llegar a clientes que están dispuestos a invertir en tus servicios, sin regatear y confiando en tu metodología y resultados.

Si es tan obvio, ¿por qué te quedas pensando de qué color es el caballo blanco de Santiago?

Analiza tus clientes y revisa el coste de oportunidad de “cada uno de ellos”.

A veces, hay que dejar ir para atraer cosas mejores a futuro.

Toca “Salir afuera” a pescar interesados y “meterlos para adentro” en tu cartera de clientes recurrentes.

Que no tenga que repetirlo.

Escoge tus buenos clientes y cuídales.

Ahora ponte a hacer números y revisa cuál te compensa más que otro.

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