Ayer estuve hablando con el CEO de una empresa de tecnología y me sorprendió lo frustrado que se sentía.
Trataba de ponerse el traje multiusos como si fuera Doraemon. Quería dirigir y saber de todo.
Lo veo continuamente en nuestro sector, sobre todo, en startups.
El jefe quiere tocar todos los palos.
Encargarse de buscar inversores, supervisar al equipo de informáticos, aprender nuevas aplicaciones de IA, gestionar las cuentas del banco, proveedores y tesorería, hacer de RRHH para fichar el mejor talento, ver cómo los de marketing hacen crecer la empresa, llamar al fontanero por un escape en el baño o para instalar mejor conexión a internet en la oficina. Por supuesto, sin olvidar sus labores de comercial.
¡Está sobrecargado! Lo de aprender a delegar o confiar en otro no es lo suyo.
Seguramente, si se pone, lo sacará adelante porque es un fenómeno, pero no hace falta vestirse por las mañanas con el traje de apagafuegos o malabarista.
Así no va a conseguir nada.
Está muy bien que todo te suene, o que si te remangas seguro que lo sacas triunfante. Siempre es bueno entender cómo funciona aunque no seas un experto.
Pero ése no es tu cometido.
No puedes ser bueno en todo. Ni meterte en ‘fregaos’ del que no sabes muy bien cómo va la vaina.
Tampoco meterte en camisa de once varas en temas que otros, seguro, lo saben hacer mejor o se pueden subcontratar.
Hoy no vengo a hablarte de que te centres en hacer los asuntos que tengan mayor valor añadido. Ni de que uses herramientas o inteligencia artificial para las tareas más monótonas que te llevan tiempo. Tampoco recordarte que el día tiene 24 horas y que no eres un pulpo de 8 brazos.
Quiero que te centres.
Lo veo cada día y también en muchos perfiles que me llegan. Ya en LinkedIn ni te cuento.
Está muy bien lo de ‘multidisciplinar’, pero mucho mejor aún ser el nº 1 o especialista en XYZ (aquí pon la rama o en lo que creas que tienes un nivel superior)
Como en la F1 nadie va por libre, ¡todos ganan, todos pierden!.
Lo vi en una de mis visitas a EE.UU. Conocí a un chico que era experto en ‘guisantes’ y ‘tomates’.
No en otros vegetales u hortalizas.
Repito… Lo suyo eran los guisantes y tomates.
Si un día venía una plaga y afectaba a un cultivo de cualquiera de esas dos.
Ahí le llamaban a él.
Si quieren hacer un híbrido que aguante la sequía o que tenga un color especial.
Otra llamada que recibe.
Si atacaban lechugas o maíz, no tenía ni que descolgar.
Porque llamaban a otro.
Aunque esta frase la hayas escuchado un millón de veces, no deja de ser cierta.
Mejor saber hacer una cosa bien que 20 regular.
Sólo es conocimiento acumulado en tu disco duro compitiendo por no ser borrado la semana que viene.
Hay dos bandos.
- 1. Quienes están todo el día remangados conformándose con “ir tirando” con lo que saben (para al final quedarse atrás).
- 2. Quienes se especializan y tienen claros sus objetivos profesionales.
Resumiendo, que si no, me pongo a hilar mensajes e ideas.
Céntrate en ser el mejor en tu campo.
Multiplica tu valor siendo el más ducho en lo que te pongan delante.
No importa lo que hagas, si piensas como un amateur, vas a perder.
El mundo es tu mercado, pero necesitas saber cómo conquistarlo.
No te entretengas en algo de lo que no vas a sacar el máximo partido.
Ya lo publiqué en verano con las Olimpiadas: “Nadie te conoce pero facturas millones. Lo importante es ser el mejor en aquello que te propongas.”
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